El coñac debe su nombre a la región francesa donde se elabora (Cognac). Es el coñac una clase de brandy; muchas veces se tiende a englobar erróneamente a los dos conceptos como equivalentes. Para denominarse Coñac, dicha bebida debe ser obligatoriamente elaborada en dicha región (cualidad de la denominación de origen propia), por lo que los países productores de coñac se limitan a Francia. En el resto de países, sabemos que se elabora brandy, no coñac.
Respecto a su descubrimiento hay dos versiones diferenciadas: la primera de ellas nos lleva al siglo XVIII, donde la decisión de los viticultores de transformar en aguardiente su vino (envejeciéndolo en toneles durante varios años), debido a la poca demanda existen sobre el mismo, conllevó el surgimiento de los primeros coñac con una tonalidad dorada, un olor atrayente y un sabor exquisito. Otros afirman que debido a la irrupción de marineros en la zona y su demanda en cuanto a vino, se procedió a hervir al mismo para que pudieran llevárselo en el menor espacio posible, originando de este modo a dicha bebida.
Para su elaboración empleamos el vino de uvas blancas sometido a un doble proceso de destilación en los famosos alambiques (en la primera destilación obtenemos el aguardiente brouillis con una graduación de unos 30 grados, y en la segunda el bon chaufe, en torno a 70 grados que posteriormente se rebajarán, a partir del cual se obtienen el coñac), y mantenido envejeciéndose en los toneles durante algo más de dos años, aspecto que marcará la calidad final de nuestro coñac.
El coñac se ha convertido en uno de los principales productos exportados en Francia, cuyo destino lo encontramos en países como Estados Unidas, Inglaterra, y países del continente asiático en general. Recordemos que el consumo en España es mayoritariamente de brandy, que es la producción autóctona (como sucede en Jerez y sus famosas elaboraciones).
Mediante su consumo moderado, nuestro corazón podrá beneficiarse de las propiedades cardiovasculares que posee el mismo.