Existe una controversia respecto al origen del vodka, estableciendo el mismo en Rusia o en Polonia, siendo la traducción del término que identifica esta bebida en ambos países “agüita”. El veto respecto a la entrada de vino extranjero junto con el bajo coste y accesibilidad de sus ingredientes, fomentaron su elaboración y consumo en masa en dichas regiones.
El principio de su comercialización (donde fue conocido como “whisky blanco”) a gran escala en Occidente se identifica con Smirnoff, la marca nacida en Rusia y que se popularizó tras la segunda Guerra Mundial.
Hoy en día, el vodka es consumido en todo el mundo, pero son países como Rusia (quien es el mayor productor mundial), Polonia, los EE.UU, Suecia, Finlandia, y Ucrania, quienes se sitúan como sus principales productores), y otros tan variados como Alemania, Francia, Japón y El Salvador (formando parte incluso de su cultura, su forma de vida), quienes además de estos figuran en la lista de sus mayores consumidores.
La elaboración del vodka pasa por varias etapas; primero se elabora un líquido mediante la fermentación de los azúcares obtenidos utilizando el jugo de la fécula de sus principales ingredientes (patata, trigo y centeno), en un proceso que puede llegar a tener una duración de dos días; en segundo lugar el mosto obtenido pasa a ser destilado en alambiques de cobre y acero , donde obtenemos un líquido prácticamente incoloro e inodoro (de una alta graduación alcohólica, próxima a los 100 grados), el cual será filtrado para eliminar cualquier tipo de impureza restante. En último lugar se añade agua (la de mejor calidad posible) a este preciado líquido, siendo éste el proceso que dotará al vodka de su sabor final, rebajándolo a la graduación elegida, alrededor de los 40 grados. Aromatizantes y saborizantes suelen ser igualmente añadidos, culminando la última etapa del proceso de elaboración.